“¡Si conocieras el don de Dios!”, dice Jesús a la mujer samaritana en el Evangelio de Juan. El cristianismo no es una religión del esfuerzo humano, sino una religión de la gracia divina, que tiene el poder de transformar una vida.
Ser cristiano es aprender a recibir, con todas las limitaciones y las fragilidades humanas, la riqueza del amor misericordioso del Padre, día tras día. Dejarse transformar por él, responder libre y generosamente a este amor y compartirlo con quienes en señor pone en nuestro camino.
Más que nunca, Dios desea revelarse y comunicarse. Nada le agrada más que encontrar corazones que acojan, con total confianza y disponibilidad, el don incesantemente renovado de su amor. Por eso, este libro quiere ayudar a los lectores a perseverar en la fe, la esperanza y la caridad, para estar siempre abiertos a la acción del espíritu Santo y anticipar el Pentecostés de amor y misericordia que Dios anhela derramar sobre nuestro mundo, a fin de que todos los hombres vean la salvación de Dios.
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