Ana Catalina Emmerick se dejó guiar por la Palabra de Dios como por un faro luminoso y seguro, que nunca dejó de alumbrar su camino.
A su pobreza material se contrapone su rica vida interior. Igual que la paciencia para soportar sus debilidades físicas, la fuerza de su carácter y su firmeza en la fe.
Esta fuerza la recibió ella de la Santa Eucaristía. Su ejemplo abrió los corazones de los hombres a la completa pasión amorosa hacia Jesucristo.
Vida de la Virgen Maria, de los apostoles, de los martires, de los santos
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